Anahí, las arpas dolientes hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí, recuerdan acaso tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí, indiecita fea de la voz tan dulce
como el aguaí.
Anahí, Anahí, tu raza no ha muerto, perduran sus fueros
en la flor rubí.
Defendiendo altiva tu indómita tribu
fuiste prisionera;
condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo
envuelto en la hoguera,
y en tanto las llamas lo estaban quemando
en roja corola se fue transformando.
La noche piadosa cubrió tu dolor
y el alba asombrada
miró tu martirio hecho ceibo en flor.
Anahí, indiecita fea de la voz tan dulce
como el aguaí.