Si algún día el odio y las guerras
ya no surcan más la tierra,
será el reino del amor.
Todos unidos, con las manos estrechadas
alzaremos la mirada
para encontrar al Señor.
Abre tus brazos, Señor, Señor,
ven a mi lado, mi Dios, mi Dios.
Si los cañones, las granadas y las balas
se cambiaran por palabras
Cuando los hombres dejen de empuñar sus armas,
tomen los picos y palas,
Cuando los hombres suban los ojos al cielo,
encuentren allí consuelo,