A quién doy
el camino transitado
a la que espera en un llanto.
A quién doy
la osadía de ser libre
y a las cosas que me siguen
decirles que ya no estoy.
A quién doy
mi aventura, mis hallazgos,
y las deudas del amor
mi trasnochada esperanza
mi arrepentido egoísmo
y tener que ser mayor.
A quién doy
este pedazo de raza
a una tierra puro sol.
A quién doy
las cuerdas de mi guitarra
para que no suenen tristes
a la hora de mi adiós.
A quién doy
los recuerdos e ilusiones
y este blando corazón
la maravillosa infancia,
la inseguridad vestida
con esta imagen de dios.
A quién doy,