Tápame los ojos
y cierra la ventana por la que
se cuela lo aprendido,
engañoso reflejo del poder.
Huelo el color,
muerdo tu soledad,
olvido quién soy.
Déjame inventarte
por los demás sentidos, rómpeme.
Giro y me deslizo
por la secreta y clara oscuridad.
Huelo el color,
muerdo tu soledad,
olvido quién soy.
Me agarro a tu sombra teñida en sudor,
respirando tu aliento rojo,
abandonado al capricho de tu voluntad.
Y me escupes palabras sucias,
palabras sucias,
que acarician mi piel.