Todos pidieron que cante, y ahí nomás solté al camino
una tropilla de trinos que marchaban p'adelante.
Como en esto soy constante y el canto en mi pecho crece,
dejé como tantas veces mi poncho pampa a un costao.
Hoy la fiesta ha terminao ¡pero el poncho no aparece!
Aquél que llevó ese abrigo sabiendo que no era el dueño,
no se enterará ni en sueños que ese poncho era mi amigo;