Se llamaba nostalgia
la que me acompañó
hace cuatro días
en la madrugada
en mi habitación.
Y aunque no me dijo
ni media palabra,
me dio inspiración.
Se fue con el alba
y el despertador.
Se llamaba deseo
la dama de un bar
que después de dos rondas
y un par de tequilas
me invitó a pasar
sin más argumentos
que un par de caricias
a un cuarto de hostal
y desde aquel día
no la he vuelto a mirar.
Esperanza era el nombre
de aquella mujer
que sin más un buen día
me dijo te quiero,
prometo volver,
y aunque ya no creía
en amores eternos,
le quise creer
y aún sigo esperando
que vuelva otra vez.
Se viene la noche
más larga tal vez,
contando luceros
al amanecer.
La impaciencia me acecha
y no miro el reloj,
buscando tus ojos
para una canción.
Buscando tus ojos
para una canción.