No me llames extranjero, porque haya nacido lejos
o porque tenga otro nombre, la tierra de donde vengo.
No me llames extranjero, porque fue distinto el seno
o porque acunó mi infancia, otro idioma de los cuentos.
No me llames extranjero, si del amor de una madre
tuvimos la misma luz, en el canto y en el beso
porque no sueñan iguales, las madres contra su pecho.
No me llames extranjero, ni pienses de dónde vengo,
mejor saber dónde vamos, a dónde nos lleva el tiempo,
no me llames extranjero, porque tu pan y tu fuego
calman mi hambre y mi frío, y me cobija tu techo.
No me llames extranjero, tu trigo es como mi trigo,
tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego
y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.
Y me llamas extranjero porque me trajo un camino,
porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares
y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero.