Dices de repente que no deje de llorar
Que la juventud no tiene paz
Dices de repente que ya deje de gritar
Que la vejez no escucha en la soledad.
Dices de repente que ya deje de pelear
Si en la juventud no hay libertad
Dices de repente que uno tiene que ceder
Que no estas cansado de pedir perdón,
No me culpes del amor que nunca has tenido
No me culpes de ese miedo que te da vivir
No me culpes por aquellos que te han herido
No me culpes por la fuerza que ya perdiste
No me culpes de la risa que mataste
No me culpes de la pobreza que creaste
No me culpes de la soledad Que hay en tu vientre
No me culpes de las muertes allá en el cielo