La voluntad atada y no, no hay nada que hacer
contra una mujer que nos atrapa.
Aparta con la mano luz de sombra, y su voz,
se vuelve sin más, fuego y desvelo.
Trueque de sonrisas por el sol
reptando la razón serpiente.
Y nada nos detiene, ante su faz, ya somos uno más
de los que pierden
La voluntad atada [etc.]
La noche decolora en gris y el tiempo entre más transcurre
la paz nos va dejando.
Luego sigilosa la verdad,
detrás del ventanal, nos mira;
y a solas nos descubre algún dolor, baila mostrándonos
lo que es la vida.