No son muchos pero Dios los puso ahí,
un poquito más cercanos, me los regaló a mí,
para hacerme comprender un poco más
el calibre del amor de mi Padre celestial.
No son muchos, pero no los hay mejores en la tierra,
sin temor a los leones en la arena.
Sólo pendientes de que alguien me proteja,
aunque el precio sea mayor, son amigos,
y no tengo que dar nombres o apellidos
porque ellos mismos ya se saben aludidos.
No son muchos pero Dios los puso ahí,