Allá al pie de la montaña
donde temprano se oculta el sol
quedó mi ranchito triste
y abandonada ya mi labor.
Ahí me pasé los años
y ahí encontré mi primer amor
y fueron los desengaños
los que mataron ya mi ilusión.
Ay corazón que te vas
para nunca volver
no me digas adiós
no te despidas jamás
de la ausencia el dolor.
Mal haya los ojos negros
que me embrujaron con su mirar
si nunca me hubieran visto
no fueran causa de mi penar.
Ay corazón que te vas
para nunca volver
no me digas adiós
no te despidas jamás
de la ausencia el dolor.