Yo no dejaba de mirar por la ventana,
dormido en los laureles noche y día;
tenía todo lo que no quería tener,
Cambié las buenas costumbres
por las malas compañías,
los martes vivo de prestado,
los jueves muero de risa.
Ya no golpeo antes de entrar, ya no desciendo por atrás,
Marianela, no me digas que no vale la pena.
Marianela, no me digas que no vale la pena.
Dejé tuerto mi destino por dormir con vos
una noche y media Marianela.