Bajo mi almohada el sobre con el solemne membrete patrio
Con las instrucciones precisas generadas por las altas mentes
que me han designado. Me siento feliz.
Me siento henchido de santo gozo justiciero.
Calzo mis zapatos y pantalones y comienzo el ritual matutino
Prolijo y calmo, como si éste fuera cualquier día de mi vida,
como si de mis manos y de mi frialdad no pendiera
Gran parte de la seguridad de mis hijos y de tus hijos.
El desayuno está frío, pero no lo noto casi.
Creo que está sólo. ¡ Great !
Ahí lo veo, de espaldas a mí, con un piyama blanco y su calma.
No me sospecha, está bebiendo café.