Si algún tipo iba al baño, de inmediato descubría,
la bañera era morocha, y que el blanco no existía.
Si buscabas el jabón, siempre estaba encanutado,
Los zapatos en el armario, ¡te podés imaginar!,
la baranda sin igual, que de pronto despedía,
te noqueaba en primer round, ese olor a porquería.
Sus sobacos eran dos chorros, como gotas del Riachuelo,
Va la Rantifusa, gritan en el barrio,
y ella que no es sorda, acusa a la vecina.
No había guapo que aguantara, ningún tiempo en esa casa,
más de uno prefería, irse a la comisaría.