Me da ganas de llorar
la paciencia pobrecita
que echó al mundo tanto abrigo
allá por las anilinas.
Hebra por hebra, día tras día.
Estirando en el telar
secretos de abuela india,
la América de memoria
el mujerío eterniza.
Hilo por hilo, día tras día.
Tápenme cuando me muera
con una manta tejida
por mis paisanas.
No se acaben todavía,
angelitas de las guardas,
ay, madres mías.
ay, madres mías
Cómo no reverenciar