Se ha dicho de mí
que pretendo ganarme la vida
pidiendo mordida sin trabajar,
que me achato las asentaderas
moviéndome apenas del mismo lugar,
que el trabajo es mi peor enemigo
que soy un experto en rascarme el ombligo.
Se ha dicho de mí
que se asoman por mis pantalones
los dos pelotones de la ociosidad,
les suplico que no sean fisgones,
esos no han crecido por no trabajar,
ese bulto tan exagerado
es solo el orgullo de un ser bien dotado.
Pero mi oficio no lo cambio por nada,
soy un amante de la huevonada,
la ociosidad es mi mejor amiga
y a mi me vale lo que el mundo diga.
Porque mi oficio es una cosa sagrada
soy un burócrata que no hace nada
siempre tranzando por mi ventanilla
sinceramente soy un ladilla.