Sobre un mundo malherido
he venido a traer fuego,
sobre la tierra sombría
como un carbón de tormento.
Y cuánto desearía
que estuviera ya ardiendo.
Mi corazón enardece
ante el dolor de mi pueblo,
llamarada de justicia
que desciende desde el cielo.
Llama y acción se consumen,
un río de lava ardiendo,
es Cristo que vive en mí,
un compromiso que es fuego.
Como un fuego que se enciende