Se desveló mi corazón con tanto ruido,
libre y perdido me descubro como antes.
Recorriendo las esquinas, las vidrieras de los bares.
Soy un cadáver de oficina tambaleante.
Por no faltar a nuestra cita del pasado,
sin recordar más que aquel miedo que me dabas.
Salgo a la calle como ayer, buscándote o buscándome.
Por el deshielo de una lágrima mareada.
Querida en la mesa del vacío,
dulce alisándose el vestido,lejana leyendo nada.
Triste en la cornisa del silencio, sola bebiendo y bebiendo,
esquiva de las miradas de frente a la puerta,
escribiendo palabras, de espaldas al mundo que pasa.
Ciega en mi ceguera imperdonable,
corazón tan miserable sin lugar para los dos.
Soy la sombra que planta flores en este baldío,
soy el preso de un olvido que se niega a abrir los ojos.
Soy lo que ha quedado vivo de nosotros,
no recuerdo ni tu nombre, ni tu risa, ni tu rostro.
Bajo esta idea la marea se desquita,
con los que ven agua bendita en los naufragios.
Si me llegaras a encontrar no me dejes continuar,
cortesía de confiar en los extraños.
Clásica en su teatro del absurdo,
sueño de un coma profundo dibujado en servilletas.
Pieza rota de un rompecabezas, maldito por la tristeza.
Pidiendo fuego a cualquiera, cruzando las piernas,
riéndose sola, burlándose al espejo que llora.
Ciega en mi ceguera imperdonable,
corazón tan miserable sin lugar para los dos.
Soy la sombra que planta flores en este baldío,
soy el preso de un olvido que se niega a abrir los ojos
Soy lo que ha quedado vivo de nosotros,
no recuerdo ni tu nombre, ni tu risa, ni tu rostro.