Caricias de ambiente decorado
con opacas lentejuelas decadentes
mezcla me mambo y reviente
obsesión de comparsa a contramano.
Culpando de la alergia a las plumas
cortinada por los vientos de la orquesta
busca la boquilla y no la encuentra
la Madame que sepultó la mishiadura.
Al que van a acuchillar cuando se vaya
se pasea altanero por las mesas
con chamullo rioplatense y pilcha inglesa
derramando champagne en cualquier taza.
Se le acerca un comisario y lo percata
te van a velar mañana en Chacarita
él se ríe, y en la mesa de Gatica
se leía claramente: Reservada.
Hablame de lo que ya perdí
hoy que estoy solo como tantas veces te mentí
ahora que están en otros brazos mis mejores fracasos
y francamente me quiero reír.
Decime de lo que pudo ser
de lo que siempre sospechamos y acabamos por saber
ahora que soy un personaje que jamás se saca el traje
aunque nunca le dieron un papel.
Afuera un tranvía solitario
va a llenar todas las fábricas él solo
pero antes le hace caso al empedrado
y se duerme el maquinista en un recodo.
Y sueña que la plaza sigue llena
saludando del balcón de la rosada
a una multitud que le reclama
que se despierte, que los obreros lo esperan.
El primer canilla de Boedo
estudiando el titular en la penumbra
solo sabe leer a tres columnas
su fonética vital es un secreto.
Que temprano se imprimieron esa noche
los periódicos de todo Buenos Aires
los porteños no pudieron enterarse
de la historia hasta treinta años más tarde.
Hablame de una hermosa vez que no existió
de una esperanza en mala estrella que borró la huella de su sinrazón
para no sentirme solo cuando se hayan ido todos
y no tenga consuelo la canción.
Decime de lo que pudo ser
de lo que nunca dio el recuerdo para no llorar los muertos otra vez
ahora que cuido de este sueño más que a mí que soy el dueño
pero pasa el tiempo y daña la pared.