Un pequeño templo en un pequeño pueblo,
una casa blanca en la montaña verde.
Aquella muchacha de Valparaíso,
la gente que sueña donde Tulancingo.
El pan que acompaña el sagrado vino,
la fe que me lleva de Toronto a Quito.
La nieve en Chicago donde juega el niño
que le enseña al hombre lo que se ha perdido.
El fuego de Bolívar.
El Mar de las Antillas.
Las mujeres de Cali,
la magia de Bolivia.
Eso es América: mi amor.
Eso es América: mi amor.
El Sur de la milonga donde el cantor estalla,
el viejo Buenos Aires donde soñaba Borges,
el verso más sencillo donde Martí crecía
y la pasión sublime de Zapata y de Villa.
La luna en la ventana y María en mis brazos
el tiempo enamorado y quieto en Guanajuato,
las noches de Bahía y de Quezaltenango,
la paz de Costa Rica el canto que les canto.
El Páramo de Rulfo,
el Macondo de Márquez,
el Perú de Chabuca
y el Nueva York: de nadie.
Eso es América: mi amor.
Eso es América: mi amor.