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Es una pulseada que dura una vida.
Es una batalla nueva cada día.
Uno siempre cree que el mal está afuera.
El mal es mi carne y eso me envenena.
Aguijón la carne, esa es mi condena.
Y no para ese veneno va hasta el corazón
Siempre necesito de tu antídoto
Y esto resbala sin frenos, va hasta el corazón
Siempre necesito de tu antídoto
Tu perdón, tu perdón
El bien que deseo me cuesta lograrlo.
Y no para este baile cuando lo elegimos bailar,
de tu mano me agarro bien fuerte y no me soltaras.