El hacha nació amistosa
cuando la forjó una mano
que sólo buscaba airosa,
un poco de bosque sano.
El hacha cortó temprano,
la leña que nutre el fuego
donde se adoraba ciego,
el pan de todas las mesas.
Y apostaba a la certeza
del hombre saciada luego.
Con el paso de unos largos