solos tu y yo los viejos camaradas,
tú, la amiga querida y confidente,
yo, el amigo que no te oculta nada.
que algo distinto flotara en el viento.
Nos hizo guiños la naciente luna
el inefable cupido
con su carcaj
que siembra maravillas
y su arco encantado,
sus rulos dorados,
sus rojas mejillas.
A1) Pero cupido sufre, como yo,
un antiguo problema de miopía,
y aunque tu flecha en el blanco dio
la misma suerte no corrió la mía.
A1) Siguió de largo mi pobre saeta,
mientras feliz se sobaba el trasero.
totalmente enamorada.
Y cuando ustedes
pa darle un piedrazo.
A1) Al poco tiempo supe de mi amiga;
ay cupido buen amigo,
vaya que buen
directo a otro traste.
Toma mi derecha, mi aprecio ganaste.