Me han robado la mountain-bike, fue un yonki de la Plaza Real,
que cariño le tenía, la bici me llevaba y me traía.
Si lo pillo lo machaco, lo poco que tenga se lo saco,
le coloco un par de mecos, no me importa si lo dejo seco.
Que dura es la vida, hermano, me quedé con el candao en la mano,
y mientras te canto mis penas la bici va rodando por sus venas.
Con ella no me confundía, sabía siempre lo que hacía,
Cuesta abajo y cuesta arriba, a la misma velocidad.
Me he quedao super cortao porque la quería de verdad.
La noche siguiente tenía el cumpleaños de Lucía,
llegué un poco derrotao, como si me hubieran apaleao.
Mis amigos me animaron, en la espalda me palmearon,
y en eso llegó Luis Gervoz, y me dijo "Hola, Makaroff".
Le conté lo que me había pasao, y que estaba un poco amargao,
y el me dijo "Tranqui, tronqui, que no te amarge la vida un yonki.
Mañana te pasas por casa y te dejo mi bici, oye, que pasa;
Y en eso llego Julia Carrasco, tomando guapamente del frasco.
Me dijo "Tengo una y te la presto, mira que fácil se arregla ésto";
y ahora en casa tengo dos: la de Julia y la de Luis Gervoz.
Con ellas no me confundo, me deslizo por el ancho mundo,
la gimnasia nunca es magnesia, ni el tocino velocidad.
Estoy encantado de la vida porque tengo amigos de verdad.