Inútil es prohibir
o quedarse indiferente
porque los cantos de la gente
siempre andarán por ahí.
Nacen en la intimidad,
van levantando su trino,
Entonan los pensamientos
y los deseos profundos;
Y la ciudad se corona
de cantantes invisibles
que con el verso se miden
o en su canto reflexionan.
Saben cantar de memoria
del amor y sus verdades
y cantar de carnavales
bajo el haz de las estrellas
señalando la belleza
de las proezas terrenales.
Con ese don natural
y la virtud más genuina