Te conozco desde siempre, bienamado,
desde la edad primaria del viento.
De tus manos espero el sol de cereal,
por tus ojos los hijos asomados me nombran
y me llaman.
Eres un armario pleno,
un temporal de dicha,
piedra y sudor tranquilamente reunidos,
ay, amor.
Renuévame cada mañana
como a las flores, no olvides
que yo amo viviendo todas las construcciones
que emanen de tu trabajo, ay, amor.
Si te fallo o me abren,
algún año en algún tiempo,
si me muero encontrarán debajo de mi carne
otra carne, hay otro cuerpo modelado.
Ay, si fueses tú cirujano
Ay, si fueses tú cirujano