El azar de la vida,
llevóme de la mano un día,
hasta tu morada,
Angélica amada.
Y tal cual presentía,
tan bella como seductora,
en tus ojos brilló la aurora
que mi sendero alumbrará.
II
Con la ternura infinita,
en mi alma escondida
me acerqué hasta ti,
Y disfruté de las caricias
de tu boca encendida
de amor para mí.
I