Tan lejos estoy de ti, que ya comprendo
que en esos días de abril, desgarro el tiempo.
La distancia no me aleja de tu nombre,
y tomo de las botellas de la nostalgia.
Tomo un arma para librar la batalla
De no sentirme
Tan oscuro como alguna de las cuevas de Juan Chávez,
más triste que un ebrio recién casado en Los Pericos,
tirado como un teporocho por la Miravalle,
llorando como va una ambulancia en la Madero.
Más solo que un mariachi caminando en Fundición,
tan ebrio como un viernes en La Cueva del Gnomo,
desesperado como mujer sin dinero en el mercado,
agüitado como fotografiado en Tribuna Libre.
Turbado como adolescente en el Marabú,
aullando como un blues para un perro atropellado,
hincado como anciana los domingos en San Diego,
arrumbado como sombrero tirado
allá por la Línea de Fuego.
Solo como rastro sin ganado,
como placer sin pecado,
como el Panteón de la Cruz.
Tan agüitado, así me dejaste tú,
tan agüitado, así me dejaste tú,
tan agüitado, así me dejaste tú