En Chihuahua lo agarraron, sin tener una razón,
Y después lo torturaron, sin tenerle compasión,
A su amigo lo encerraron y abordaron el avión.
Ya con rumbo a Sinaloa, Atilano les gritaba,
Ahora yo soy el que manda, si quieren usen sus armas,
Quiero ver ese valor, que en el suelo demostraban.
De la nave reportó, todo lo que le habían hecho,
Que con pinzas machacaron, partes nobles de su cuerpo,
Y que estrellaría el avión, aunque muriera por eso
Coro 1
.
En la torre de control, todo aquello se grababa,
Se oían gritos de terror, y tres hombres que lloraban,
Atilano se reía, y más los amenazaba
El teniente y los soldados, de su acción se arrepentían,
Torturaron a un gran gallo, pienso que no lo sabían.
En el avión de la muerte, se subieron aquel día.
Llegando a Badiraguato, helicópteros se alzaban.