Vivo sin saber cómo puedo resistir
esta fiebre que se aferra a tu querer.
Son remolinos con tu nombre y mi locura,
con tu risa y mi amargura, que torturan mi vivir.
Quiero no querer lucho y sufro por vencer
este viento de tristeza y soledad.
Y, nuevamente, me aprisiona el remolino
con tu sombra, con mi sino, sin salvación.
Tu voz vuelvo a escuchar tu voz.
Vuelves en el adiós, y ¿para qué te quiero así? y ¿para qué?
Si tu querer, solo dejó mi corazón,
sin su latir, sin ilusión.
Tu voz vuelvo a escuchar tu voz.
Vuelves en el adiós
y el remolino con tu risa y mi rencor
y tu reír y mi dolor, y yo que di todo mi amor.
Di mi corazón sin medir por qué lo di
y el amor me regaló su desamor.
Es el castigo que me da tanta bonanza
y me roba la esperanza de seguir mirándote.
Justo y pecador todo di y no pedí
nada más que la alegría de un adiós.
Y voy sufriendo como sufre el que ha pecado
porque quise y he soñado tu redención.
Tu voz vuelvo a escuchar tu voz.
Vuelves en el adiós, y ¿para qué te quiero así? y ¿para qué?
Si tu querer, solo dejó mi corazón,
sin su latir, sin ilusión.
Tu voz vuelvo a escuchar tu voz.
Vuelves en el adiós
y el remolino con tu risa y mi rencor
y tu reír y mi dolor, y yo que di todo mi amor.