Graciela ayer recomendaba
que por lo pronto me guardara
E sa razón
que lastimaba
mi corazón,
pues yo debía esperar al sentir
el peso de este vacío sin fin.
Pero, ¡qué empeño
si ya no sueño!
Ni siento el pulso
de la no che.
Graciela: el hecho de la muerte