Huyen las palomas y la escoria, no se para a coser los rastrojos.
Que ahora vagan por las calles de mi ciudad, pisando cristales rotos.
A buena hora se encienden las farolas, ya no hay balcones para iluminar.
Bailando sin sentido junto a las esquelas, pues están matando la libertad.
Guárdame tú la llave, que abre el cofre que nada contiene.
Tan solo una vida, que grita de día que llora de noche, cuando no se pone.
Que no hay barra de bar que lo solucione.
Huyen capitanes y los ratos, se comindo todo sin preguntar.
Ahora van borrachos dando cambayas, vomitando en una alfombra limpia.
A buena hora se rompió el caparazón, que la placenta no valía para alimentar.
Y en los recovecos duermen los sin nombre,
porque a nadie más les dejaron entrar.
Guárdame tú la llave, que abre el cofre que nada contiene.
Tan solo una vida, que grita de día que llora de noche, cuando no se pone.
Que no hay barra de bar que lo solucione.