En Jesucristo, el Rey de paz,
en horas negras de tempestad.
Hallan las almas dulce solaz,
grato consuelo, felicidad.
Gloria cantemos al Redentor,
que por nosotros quiso morir;
Y que la gracia del Salvador
siempre dirija nuestro vivir.
En nuestras luchas, en el dolor,
en tristes horas de tentación,
calma le infunde, santo vigor,
nuevos alientos al corazón.
Gloria cantemos al Redentor,
que por nosotros quiso morir;
Y que la gracia del Salvador
siempre dirija nuestro vivir.
Cuando en la lucha falta la fe
y el alma vese desfallecer,
Cristo nos dice: "Siempre os daré,
gracia divina, santo poder."
Gloria cantemos al Redentor,
que por nosotros quiso morir;
Y que la gracia del Salvador
siempre dirija nuestro vivir.