me emborracho por que sufro,
porque tengo aquí, en el pecho,
muchas ganas de llorar.
Para qué voy a negarlo,
tú haces falta aquí, en mi vida,
y, apesar de tu perfidia,
yo te quero mucho más.
Para qué voy a negarlo,
tú eres dueña de mi amor;
pero yo soy un rebelde,
pero yo soy un rebelde,
y prefiero mi dolor.