Tiene 18 años en su joven piel,
residuos de muñecas en sus uñas,
en su cuerpo de mujer.
Vive encarcelada entre los murmullos
de una gran ciudad,
y, de vez en cuando, llora;
no vio nunca el mar.
Desconoce tantas cosas,
tiene que escapar.
Y voló.
Se marchó dejando padres y un cajón
donde guarda cartas de un primer amor,
se marchó llorando sin decir adiós.
Y voló.
Se escapó una noche en dirección al sol,
¡Quiero ser eterna, quiero ser canción!
Y cuando la veas dila
que no la guardo ningún rencor,
aunque aquellas cartas
las haya escrito yo.
Oh, oh, oh, oh, oh,
Y voló.
¡Quiero ser canción, quiero ser canción!
¡Quiero ser canción, quiero ser canción!