Treinta y siete grados
y un montón de huesos
con algo de pellejo alrededor
habrá que echar toda la carne
al asador.
Es un asunto muy viejo
con este socio traidor
cambiar la piel de conejo
por una piel de tambor.
Hacia la calle Tristeza
me fui buscando una pieza
tarareando la musiquilla
de un anuncio.
Pero de pronto salió la hermosura
ay cariño, pellízcame
y eres como una escultura
que se queda pegada a mis dedos.
No te sofoques, mi amor
pero tengo que verte primero
antes de dar más dinero
sin conocer tu valor.
Mira por este agujero
caleidoscópico, dijo.
Prueba en mis labios el licor
es un veneno sin sabor
una violeta sin color
extraña flor.
Treinta y siete grados.
Ohhh!
Y en el rincón prohibido
silencio ensordecedor
dime por qué te han salido
bigotes de roedor.
Pues aunque fuera un cadáver desnudo
por la presión del deseo estoy mudo
esta es la ley del embudo,
sí señor.
Y con los brazos en cruz
te me haces transparente
y eres como una balanza
con las pesas colgando por dentro.
Y siento agujas de hielo en tu aliento
y sé que hay gente esperando en la calle
eres un valle salado
yo soy noctámbulo viento.
Dices que soy un vulgar caradura
pero tú te aprovechas de la luz al bailar
y se te ve la costura
de hilo rojo infinito.
Sabes algo más
y no lo quieres decir
que el demonio del sueño te lleve
a la salud de mañana.
Treinta y siete grados
Treinta y siete grados
Treinta y siete grados.
Ohhh!
No te sofoques, mi amor
pero tengo que verte primero
antes de dar más dinero
sin conocer tu valor.